¿Cómo vivimos?
Somos y vivimos como hermanas que se ayudan a crecer, a madurar y se animan mutuamente a seguir a Jesús. Juntas buscamos lo que conviene a todas y juntas nos comprometemos a asumirlo como tarea común.
Buscamos a Dios en la luz y en la oscuridad de cada día. También le hablamos de los problemas e ilusiones, dolores y alegrías de hombres, mujeres, niños, ancianos, sin negarles nuestra compañía, para que alcancen la meta de vivir con dignidad y esperanza.
Nuestro quehacer diario, tejido en la oración y el trabajo como servicio a quien nos necesita, es sencillo y pobre: sólo busca anunciar que el Evangelio es el mensaje del amor misericordioso y universal del Padre, y que todos estamos invitados a entrar en esa fraternidad de la que Jesús es el hermano mayor.
No nos hemos negado a formar una familia, no hemos renunciado a tener hijos… Más bien, hemos optado por ampliar nuestro corazón para que sea una casa grande donde tengan cabida aquellos a quienes la sociedad margina, a quienes excluye por prejuicios, a todos los que necesitan el calor de un hogar y el afecto materno del que son huérfanos.
En el trabajo asiduo y organizado encontramos una manera de asociarnos a la tarea común de la humanidad de conservar la tierra y sus recursos, y de construir una sociedad fraterna y justa. Con el fruto de ese trabajo aseguramos el pan de cada día y compartimos con quienes lo pasan mal.
Por Hna. Myriam Botero