Pont D'Inca: Un curso vivido con fe

Junio 2021, Hna. Marta Inés Laguado Ortega, Pont D’Inca.– Iniciamos el curso escolar 2020-2021 en medio de la incertidumbre y el temor. La profunda crisis de salud a nivel mundial y nacional que los medios de comunicación nos describían en cada telediario, en cada noticia ensombrecía el horizonte a medida que se acercaba el comienzo de las clases. Pero seguras de que el Señor estaba con nosotras nos preparamos con ilusión y entusiasmo, como Comunidad Educativa, para asumir los retos, adaptándonos a las nuevas normas emitidas por las Conselleries de Educació y Salut: distribución de espacios físicos y mobiliario educativo, aprovechamiento de cada rincón del Colegio para multiplicar el número de clases pasando de dos a tres líneas por curso, para tener una sala COVID, para responder a las demandas de comedor respetando las distancias mínimas entre alumnos y grupos estables… Y como si fuera poco, para poner en funcionamiento toda el área de cocina y lavavajillas que sufrió una reforma total durante el verano pasado. Este fue, en síntesis, el contexto en el que nos movimos para iniciar.

Como comunidad oramos esta realidad en dialogo permanente con Dios. Él nos fue comunicando fuerza, seguridad y esperanza. Como siempre, aun cuando algunas veces lo pongamos en duda, ha seguido saliendo a nuestro encuentro dándonos el valor para hacer frente a los retos que van surgiendo cada día. A PESAR DE TODO, SENTIMOS QUE DIOS ESTÁ AHÍ, A NUESTRO LADO.

El confinamiento ha dejado rupturas, dolor, luto, llanto, distanciamiento físico y emocional en las familias, en la sociedad en general. Notamos sus efectos nocivos en alumnos, padres y profesores. Comprendimos que nuestro mensaje para ellos debía ser positivo y esperanzador y que para continuar nuestro trabajo educativo debíamos esforzarnos por vivir la unidad siendo respetuosas en la observancia de las normas impuestas de distanciamiento físico, de higiene y de seguridad. También buscamos ser solidarias con quienes han tenido dificultades económicas o laborales; ofrecer apoyo afectivo a través de una llamada, una palabra de ánimo y de fortaleza a aquellos que sufren la soledad que impone el COVID y a las familias que se han visto rotas o lamentan la pérdida de uno o varios de sus miembros porque la pandemia se los ha arrebatado. Y ASÍ TAMBIÉN SENTIMOS QUE DIOS ESTÁ A NUESTRO LADO.

Han pasado los meses y con ellos hemos ido celebrando cada fiesta del Colegio, de la Congregación y de la Isla; sí, celebrando en medio del dolor, celebrando en medio de las restricciones y adaptaciones a la normativa vigente; festejando, pero con respeto y responsabilidad social, transmitiendo alegría y esperanza, festejando para compartir entre nosotros paz y fortaleza. Aprendimos a leer y valorar el lenguaje de las miradas sin acercarnos; los gestos con las manos sin tocarnos, a expresar palabras de fraternidad con la mascarilla que nos indica que debemos pensar en la propia vida pero también en la de los demás. Nada de esto nos impidió vivir momentos muy significativos del Colegio, de manera diferente a como estábamos acostumbrados: nos tocó reinventarnos, ingeniarnos nuevas cosas, crear maneras distintas de celebrar, de enseñar, de estar juntos a distancia física, pero con acercamiento de corazón, mente y espíritu. Y TAMBIÉN DE ESTE MODO SENTIMOS QUE DIOS ESTÁ AHÍ, A NUESTRO LADO.

Cada día de esta pandemia nos ha dejado una lección de vida y por eso hemos aprendido a imaginarnos nuevamente como queremos vivir los años que el Señor nos quiera regalar. Sin duda, aprovechando cada minuto, cada pequeña oportunidad para reunirnos, para compartir, para sentir que hacemos parte de la gran familia humana.

Ahora, ya muy próximas a finalizar el curso, queremos hacerlo con agradecimiento, esperanza y alegría. Hoy podemos decir que juntos hemos superado obstáculos y dificultades, pero también hemos celebrado el gozo de vivir acontecimientos que han marcado nuestras vidas, las del Colegio y las de la parroquia a la que pertenecemos. A los pies de la Mare de Déu de Lluch, patrona de Mallorca, dejamos el sábado 29 de mayo, en la peregrinación que realizamos las cuatro parroquias que conformamos la unidad pastoral, nuestros temores y esperanzas y también nuestra acción de gracias por la experiencia real de su protección maternal a lo largo de este curso. Sentimos la satisfacción del deber cumplido en la entrega sencilla al trabajo diario que, como decía nuestra Madre Marie Poussepin, da gloria Dios.

Y TAMBIÉN DE ESTE

MODO SENTIMOS QUE DIOS NO NOS HA

FALLADO, SIEMPRE HA ESTADO CON

NOSOTRAS, SIEMPRE HA ESTADO A

NUESTRO LADO.