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Un legado para la posteridad

Cuarenta y dos años de fidelidad a los principios y normas que la comunidad traza para sí misma y para cada hermana desde los orígenes, avalan de manera irrefutable, cada uno de los capítulos de los "Reglamentos para las Hermanas de Sainville". Marie Poussepin no improvisa una legislación para su comunidad: ella y sus hermanas la viven y después la ponen por escrito. La aprobación de estos Reglamentos por Monseñor de Mérinville, el 5 de marzo de 1738, señala el momento en que la Iglesia reconoce oficialmente a la comunidad.

Cuando comienza la expansión misionera fuera de Sainville, Marie Poussepin escribe las "Reglas Generales de conducta para las Hermanas de la Comunidad de Sainville en las parroquias donde se establezcan". Estas Reglas Generales, y los Reglamentos para las Hermanas de Sainville, son la síntesis de la intuición primera de Marie Poussepin: finalidad de la Congregación que ha fundado, rasgos que deben identificar a su comunidad, proyecto misionero. Reflejan la madurez de su alma, el equilibrio de su persona, su profunda espiritualidad y su hondo sentido humano, la acción de Dios y la docilidad de quien se ha puesto en sus manos. En este legado, generaciones de hermanas se inspiran desde 1696, para vivir en fidelidad según el Carisma de su Fundadora.